Las instalaciones a punto
No hay que olvidar revisar todas las instalaciones. Toda aquella vivienda que tenga una instalación eléctrica de más de 30 años, necesita ser renovada. Esto ayudará a sumar puntos en lo que se refiere a la eficiencia energética, lo que se traduce una mejor tasación.
Tampoco debe haber averías o fugas en las tuberías de fontanería. Algunos edificios antiguos necesitan la renovación de algunas tuberías, sobre todo en áreas con mucha cal en el agua, como es el caso de Valencia. Lo mismo es aplicable a las instalaciones de gas.
Paredes en condiciones
Se ha de arreglar toda clase de imperfecciones en las paredes, incluidas las humedades.
Muchas casas y pisos tienen gotelé, algo que se considera poco estético en la actualidad.
Lo mejor es que la empresa que se encarga de la reforma lo retire de manera adecuada y deje los paramentos lisos. A la hora de escoger la pintura, lo ideal es decantarse por emplear colores muy poco llamativos, a poder ser blancos o muy neutros.
Extras que dan mucho valor
Añadir armarios de obra o empotrados, añadir un baño extra o incluso dividir un espacio muy amplio y sacar de ahí una nueva habitación son algunas de las cosas que subirían el precio del inmueble.
Muchas veces, un suelo nuevo puede cambiar totalmente el aspecto general de la casa o piso.
Si tenemos que cambiar las ventanas, es una buena oportunidad para ampliar el hueco, de modo que haya más luminosidad. Además, si aíslan bien, mejorarán nuestro certificado de eficiencia energética.
Sea cual sea el tipo de actuaciones que realicemos, para evitarnos dolores de cabeza e inesperados sobrecostes, es fundamental elegir a una empresa seria, que tenga experiencia en reformas y rehabilitación de edificios. También nos podrán asesorar mucho mejor para conseguir el objetivo de aumentar el valor de la vivienda.